Retos de la intervención familiar en programas socioeducativos.
En Pinardi Boscosocial, Madrid, seguimos desarrollando nuestra labor científica para conocer con profundidad la realidad que nos rodea y el papel que tenemos en ella. Durante el pasado curso hemos mirado con especial atención a Ibecchi, nuestro programa socioeducativo que atiende diariamente a más de 860 menores y adolescentes —y a 540 familias— en la Comunidad de Madrid. En este número de En la Calle dedicado a la familia hemos querido mostrar quiénes son y qué circunstancias presentan, así como ahondar en cómo nos interpela dicha situación a nuestra misión salesiana. A través de un análisis 360º desde las diversas plataformas que componen Pinardi, pueden extraerse algunos titulares y recomendaciones para el fortalecimiento en nuestra intervención familiar.
Las madres sostienen la intervención desde una situación de mayor vulnerabilidad
En el 39% de los casos estudiados, la persona que solicita participar en Ibecchi es la madre. Los varones, por otro lado, representan el 3% de las solicitudes, y sólo el 1% de los casos contaban con la iniciativa conjunta de ambos progenitores. Desde el paradigma de la prevención en el que nos movemos, este hecho evidencia la urgencia de un trabajo específico con la figura paterna. La involucración parental en la educación es un tema que se ha estudiado extensivamente, e influye significativamente sobre la vinculación de los hijos con su centro educativo, sus expectativas formativas y rendimiento académico. Además de aliviar la sobrecarga que se coloca sobre las madres, incorporar a los padres es importante porque es la participación colaborativa de ambas figuras lo que garantiza el mejor apoyo al menor.
Al sostén de la crianza, hay que añadir que estas madres se encuentran en una situación de especial vulnerabilidad respecto a su nivel educativo y estatus laboral. El 51% de las madres de Ibecchi no tienen un empleo, y sólo el 9% tienen un contrato indefinido. Por otro lado, el 35% no han superado la educación primaria o no tienen estudios.
Familias migrantes en condiciones de pobreza estructural
Alrededor del 69% de las familias de Ibecchi tienen su origen fuera de España, siendo los continentes de procedencia más comunes África y América del Sur. Esta gran mayoría, sugiere que el proceso migratorio no puede ser subestimado en la atención a estas familias. El acompañamiento debe darse desde tres dimensiones:
- Material o instrumental: regularización, estabilización económica…
- Social: adaptación lingüística, cultural, encaje en los barrios y comunidades…
- Individual subjetiva: el encaje del proceso migratorio en la historia de vida, la identidad de la persona, lo que deja atrás y las nuevas oportunidades, su relación con la cultura de origen… En definitiva, quién es y qué quiere ser.
Otro elemento a tener en cuenta es que un 40% de los informes individuales analizados destacan la presencia de precariedad laboral, económica y domiciliar. Sólo el 10% de las familias de Ibecchi tienen una vivienda en propiedad, bien ya pagada o a través de una hipoteca. Por último, la mitad están siendo atendidas en la Seguridad Social.
Esta vulnerabilidad económica, apunta a la enorme necesidad de anclar la atención social a la familia dentro del itinerario educativo que desarrollamos con la infancia y adolescencia. Es imprescindible proveer a las figuras parentales de una estabilidad económica suficiente, que reduzca el estrés familiar y les permita dedicar más tiempo y energía a la crianza.
Fragmentación en los núcleos familiares
Existen diversas circunstancias que generan fragmentación en el seno de la familia. El 35% se encuentran desagregadas por situaciones de divorcio, separación, ausencia de alguna de las familias u otras razones no especificadas. Esto se traduce en que un elevado porcentaje de la infancia y adolescencia en Ibecchi proviene de un hogar en el que el subsistema parental no convive.
Si se junta la pobreza estructural, el desarraigo e incertidumbre que genera el proceso migratorio, la ausencia paterna de la crianza, y también la precariedad educativo-laboral; la ruptura de la alianza parental reduce considerablemente la capacidad para afrontar todos estos riesgos.
¿Cómo entender la relación entre todas estas dinámicas?
Un modelo especialmente útil para reconocer la dinámica de interacción entre todas estas formas de vulnerabilidad es el Modelo del Estrés Familiar. El riesgo que vive el sistema incluye una serie de condiciones previas, un evento crítico puntual o sostenido en el tiempo (despido del trabajo, enfermedad, separación, problemas de los hijos en el colegio…), y la adaptación que la familia realiza a dicha situación. En la Figura 1 se representa este esquema.

Figura 1. La adaptación familiar a las crisis.
La capacidad que tiene la familia para hacer frente a los inevitables problemas que surgen en la vida, depende entonces del equilibrio entre:
- La acumulación de un estresor tras otro, resueltos de forma no satisfactoria.
- El nivel en el que las figuras son capaces de aprender nuevas herramientas o involucrar nuevos recursos.
- La vivencia que tiene la familia sobre sus fuerzas ante las experiencias problemáticas que experimentan.
Nuestro papel, por lo tanto, como educadores salesianos que intervienen en este panorama, es desarrollar actividades en estos tres ejes. Tomando en consideración el retrato social esbozado en los apartados previos, acompañar en el afrontamiento requiere de una intervención familiar capaz de:
- Suavizar, amortiguar y absorber la crisis puntual que motiva la llegada de la familia a nuestras plataformas, así como reconocer y trabajar con la montaña de estresores previos que no han sido resueltos.
- Ser una presencia propositiva en la familia, que forme en herramientas de gestión del problema, provea de oportunidades para su resolución, y sepa conectarla con el recurso verdaderamente ajustado a sus necesidades.
- Por último, una presencia educativa que sepa entender la historia de la familia, y la percepción que las figuras tienen sobre el poder de su sistema para cuidarles y apoyarles. Esta dimensión del acompañamiento debe dirigirse a restaurar la confianza de la familia en sí misma.