Mario Rodero. Biólogo y profesor de Religión Católica en la Enseñanza Secundaria. Ha dedicado lo mejor de su tiempo y de sus energías en buscar caminos para vivir el discipulado de Jesucristo desde la condición laical.
PARA EL PAPA FRANCISCO EL ECUMENISMO ES NAVEGAR EN EL MAR ABIERTO DE TODA LA HUMANIDAD ¿SE PUEDE DECIR QUE EL ECUMENISMO HA EMPRENDIDO EL VUELO?
Sí y no, según lo veo. Los movimientos migratorios son muy intensos y la gente está intercomunicada por Internet. Las personas de diferentes confesiones estamos cada vez más “condenadas” a convivir, a dialogar e incluso a compartir lo que tenemos en común. Y de momento, solo entre minorías… Pero cuando se cree que la religión propia es la única verdadera —y que está llamada por Dios a ser universal y sustituir a los demás credos— no hay espacio para el diálogo, solo para una tensa convivencia pacífica. Es lo que sucede con el islam y con los cristianos evangélicos. Dialogar con ellos puede ser tan frustrante como hablar con las paredes.
EN UN MUNDO INTERCONECTADO, ¿CÓMO PUEDE SER TAN DIFÍCIL COHESIONAR LA PLURALIDAD?
Creo que se debe a que nuestros atavismos tribales nos empujan a la barbarie, a la división en múltiples tribus y sectas permanentemente enfrentadas entre sí. La civilización tiene mucho de milagro, de algo “extra-ordinario”, no ordinario. Cohesionar la pluralidad se logra solamente cuando todos comparten algo común: religión, lengua, etnia, historia, mitología… Según Ortega y Gasset, el milagro se da cuando encontramos un proyecto sugestivo de vida en común. Que convivan en armonía dos grupos que aún no comparten ese proyecto ilusionante de convivencia puede que sea pedir peras al olmo. La integración en una misma sociedad armónica y abierta de grupos humanos con diferencias de religión, lengua, etnia, cultura o costumbres, puede resultar muy problemático. No hay más que echar un vistazo a lo que está sucediendo en Francia y también en Suecia. No lo están consiguiendo.
Solo con buenismo ingenuo no basta, primero hay que proponer ese proyecto sugestivo de convivencia. Por ejemplo, en EE.UU. conviven, sin demasiadas tensiones, personas de muchos credos diferentes, pero todos ellos, por encima de sus diferencias, comparten un sueño, una especie de pseudorreligión, el american way of life.
¿NOS AYUDAS CON ALGUNAS CLAVES PARA AVANZAR EN EL DIÁLOGO INTERRELIGIOSO?
Veamos. Conviene pensarlo en 2 apartados:
a) El diálogo entre iglesias cristianas. Muchos años peregrinando a Taizé me han convencido de que la prioridad para restablecer la comunión perdida no está en discusiones doctrinarias, sino en reunirnos para orar juntos. Las palabras se quedan cortas para explicar esto, lo mejor es ir a Taizé a pasar allí una semana. Y si el corazón no se conmueve, oye, lo mejor es ir a que te lo miren, no vaya a ser que… ¡no tengas sangre en las venas! Pero conviene ser realistas: por mucho que experimentemos la paz de estar en comunión entre católicos, protestantes y ortodoxos, ante una hipotética reunificación, esta pregunta nos rondaría como un fantasma: ¿Y quién va a mandar en una iglesia reunificada? Aunque se prefiera no hablar de ello, como quien oculta sus vergüenzas, esa es la piedra en la que tropieza cualquier intento reconstruir la unidad perdida.
b) El diálogo entre religiones. En mi juventud, ya lejana, acudí 4 veces a los campamentos que organizaba Lanza del Vasto, el último discípulo de Gandhi. Quedé fascinado con los tesoros espirituales que un cristiano puede encontrar en la Bhagavad Guita de los hindúes, en el Dhammapada de los budistas, o en las religiones de los indios norteamericanos. Y todo ello sin renunciar a un ápice de nuestra fe. Gandhi decía “yo soy hindú, soy cristiano, y soy musulmán”. Le funcionó mucho esta actitud mientras musulmanes e hindúes se mantuvieron unidos ante un enemigo común: Inglaterra. Pero, tras la independencia, la India se fragmentó en tres países, dos musulmanes y uno hindú, y con un espantoso baño de sangre. Sonaba muy bonito el sueño de fraternidad, pero la cosa no era tan fácil como parecía. En concreto, nos conviene mucho estudiar cuidadosamente el Corán, sin prejuicios, ni planteamientos previos.
Para este avance que deseamos, una clave fundamental para mí sería buscar lo que pueda enriquecernos en otros credos que no son el nuestro. Lo ilustro con el recuerdo de un vídeo que vi hace años. Un occidental entrevistaba al Dalai Lama en un retiro que él presidía en un monasterio budista. El periodista le preguntó por la presencia de tres hombres con aspecto europeo que no vestían como los monjes. El Dalai Lama le respondió que uno era un obispo católico, y los otros dos eran monjes cistercienses. Explicó que no habían ido allí para hacerse budistas, sino para aprender algunas técnicas de meditación budista que pudieran ayudarles en la oración contemplativa cristiana. Expuso también como las doctrinas de las dos religiones son irreconciliables en algunos puntos: o se cree en la reencarnación y el nirvana o se cree en el juicio final. Pero hay enseñanzas y técnicas de origen cristiano que pueden iluminar a una persona budista y viceversa.
Invito a quien me lea a confirmar todo esto con un vídeo de Mardía Herrero: “Cómo Santa Teresa me acompañó al sufismo”: Pero debo advertir que todo lo que acabo de decir, debe aplicarse con un escrupuloso cuidado por no traspasar la barrera del sincretismo; si mezclas dos religiones, fabricas una tercera y abandonas las dos originales.
¿NOS PUEDES CONTAR ALGUNA EXPERIENCIA EN LA QUE SE HAGA VISIBLE QUE LA SUMA DE CREDOS AYUDA A CREAR FRATERNIDAD Y CONSTRUYA UNA SOCIEDAD ABIERTA E INCLUSIVA?
La única experiencia consistente de este tipo que podría aportar sería la ya citada estancia en la colina de Taizé, que presenta una ideal convivencia entre cristianos protestantes, católicos y ortodoxos. Pero, tristemente no es lo normal. Nuestros ideales democráticos incluyen, teóricamente, un perfecto respeto a la libertad religiosa, pero la teoría desmiente esas buenas intenciones cuando se intenta limitar a las alumnas musulmanas que lleven un pañuelo en la cabeza en los Institutos o a los cristianos que lleven una cruz colgando del cuello. Y en nuestro país, los sucesivos gobiernos, más o menos adheridos al credo agnóstico-ateo, han ido socavando poco a poco la asignatura de Religión Católica. A nuestro Vicente Ferrer le permitieron permanecer en la India solo si se comprometía a no bautizar a nadie. Tenemos que bregar con una pugna entre los diferentes credos, más o menos sorda, más o menos manifiesta; ese es el telón de fondo sobre el que construir una sociedad fraterna que no excluya a nadie. No suena muy bonito, pero esa es la realidad que percibo.
¿LA JUVENTUD COMPRENDE MEJOR EL DIÁLOGO INTERRELIGIOSO? ¿CÓMO ES LA BÚSQUEDA DEL SENTIDO RELIGIOSO EN LAS PERSONAS JÓVENES DE HOY?
Bueno, nos conviene precisar un poco antes de decir nada, pues la juventud no es un todo uniforme. Contrastan los miles de jóvenes reunidos con el Papa en Lisboa, con una juventud mayoritaria que considera a la religión como algo tan “in-útil” como las cabinas telefónicas. A esos chicos y chicas les tiene sin cuidado el diálogo interreligioso. A los pocos que nos van quedando en las parroquias les resultaría mucho más fácil entrar en ese diálogo —si se les propusiera— que a las generaciones que fuimos educados con consignas como “fuera de la Iglesia no hay salvación” o “la religión católica es la única verdadera”.
CUÉNTANOS SOBRE LA ABADÍA LAICA VIRTUAL
En algunos viajes a Taizé nos fuimos encontrando algunas personas con necesidad común, con una sed espiritual que nos llevaba a añorar una vida compartida con otros hermanos y hermanas como lo habíamos visto en Taizé. Pero el celibato y el voto de obediencia nos espantaba. Nuestra vocación era laical, no clerical. Además, una persona vivía en Madrid, otra en Bilbao, otra en Roma, otra en Tubinga, otra en Colombia. La lejanía imposibilitaba que nos juntásemos con cierta frecuencia en una especie de “monasterio laico” que imaginábamos. Pero llegaron las redes sociales para acercar a las personas. Y ahora rezamos vísperas cada tarde, sin movernos de casa, amigos/as que viven en Madrid, Majadahonda, León, Amorabieta, Tubinga (Alemania)… Es la primera piedra de una Abadía laica “virtual”. “La opción benedictina” de Rod Dreher, nos dio muchas ideas buenas.