Retos para la intervención social de Fratelli Tutti

18 de mayo de 2021
@jotallorente. Salesiano, educador social y director de la revista En la Calle. El 3 de octubre de 2020 el papa Francisco firmó en Asís, la tierra de San Francisco, la que es su tercera encíclica, Fratelli Tutti. El gesto no pasa desapercibido, pues lleva el nombre de Francisco por este santo y quiere asumir su […]

@jotallorente. Salesiano, educador social y director de la revista En la Calle.

El 3 de octubre de 2020 el papa Francisco firmó en Asís, la tierra de San Francisco, la que es su tercera encíclica, Fratelli Tutti. El gesto no pasa desapercibido, pues lleva el nombre de Francisco por este santo y quiere asumir su forma de pensar sobre la fraternidad universal.

Francisco comparte, también, de pensar con el Gran Imán de Al Ahzar, Ahmad Al-Tayyeb, con el que ya firmó en 2009 un rico documento sobre la fraternidad humana en 2019 y al que hace referencia muchas veces a lo largo de la encíclica.

No es un texto improvisado, sino que forma parte —como si de una trilogía se tratase— de dar continuidad a su pensamiento expresado en los textos anteriores Lumen Fidei y Laudato si´ y está dirigido a toda la humanidad. En él se habla de fraternidad, de justicia, de igualdad, de amistad social, de derechos… Creemos que este texto no puede pasar desapercibido, por eso desde En la Calle queremos expresar los retos a los que nos enfrentamos tras su lectura.

La encíclica en breve

La encíclica está compuesta por un pequeña introducción y 8 capítulos en los que desarrollan los siguientes puntos:

  • Las sombras del mundo cerrado (Cap. 1) se ciernen sobre nosotros, dejando a un lado a los descartados. Estas sombras hacen que la humanidad viva en confusión, soledad y vacío.
  • Siguiendo la parábola del buen Samaritano nos encontramos un extraño en el camino (Cap. 2), un herido. Ante él hay dos actitudes: seguir de largo o detenerse; incluirlo o excluirlo nos definirá como persona, como proyecto político, social, religioso…
  • En este escenario necesitamos imaginar y gestar un mundo nuevo (Cap 3). Estamos llamados a la fraternidad universal por un Dios que es amor. No hay “otros” ni “ellos”, sólo hay “nosotros”: la humanidad.
  • Como integrantes de esta fraternidad universal tenemos y queremos un corazón abierto (Cap. 4). Vivimos una amistad social y somos llamados al encuentro, la solidaridad y la gratuidad.
  • Estamos llamados a un nuevo modo de hacer política (Cap. 5): Para el bien común y universal, política para y con el pueblo, es decir, popular, con caridad social en busca de la dignidad humana.
  • Saber dialogar es el camino para abrirnos y construir la amistad social (Cap. 6) y es la base para una mejor política. Con el diálogo se respeta, consensúa y busca la verdad, favorece la cultura del encuentro.
  • Hemos de ser capaces de superar la realidad de las heridas para recorrer Caminos de reencuentro (Cap. 7).
  • Las religiones están llamadas al servicio de la fraternidad en el mundo (Cap. 8). Desde la apertura al Padre de todos reconocemos nuestra condición universal de hermanos, criaturas en relación de fraternidad.

Retos

Son muchas las personas heridas por las sombras de un mundo cerrado que yacen al lado del camino. El Papa Francisco nos llama hacer nuestro y operar el deseo mundial de fraternidad, que parte de reconocer que somos Fratelli Tutti, hermanas y hermanos todos. Los retos a los que estamos llamados como agentes sociales son:

Construir comunidades

Hay muchas referencias a la importancia de superar los problemas juntos, desde la comunidad, desde la identidad cultural de cada pueblo, cambiando el sentido de la política… Una de las claves principales está en revalorizar y apostar por el desarrollo comunitario dando protagonismo real a las personas.

«He ahí un hermoso secreto para soñar y hacer de nuestra vida una hermosa aventura. Nadie puede pelear la vida aisladamente. […] Se necesita una comunidad que nos sostenga, que nos ayude y en la que nos ayudemos unos a otros a mirar hacia delante. ¡Qué importante es soñar juntos!» [FT 8].

Educar en el consumo

Como ya hizo en Laudato si´ Francisco nos pide que eduquemos en el consumo responsable para pasar del individualismo de la globalización a la fraternidad.

«Los conflictos locales y el desinterés por el bien común son instrumentalizados por la economía global para imponer un modelo cultural único. Esta cultura unifica al mundo, pero divide a las personas y a las naciones, porque “la sociedad cada vez más globalizada nos hace más cercanos, pero no más hermanos” […] Hay más bien mercados, donde las personas cumplen roles de consumidores o de espectadores. El avance de este globalismo favorece normalmente la identidad de los más fuertes que se protegen a sí mismos, pero procura licuar las identidades de las regiones más débiles y pobres, haciéndolas más vulnerables y dependientes» [FT 12].

Poner en valor la vejez

Es urgente y necesario recuperar los relatos de los abuelos. El redescubrir la belleza de una vida vivida y entregada.

«La falta de hijos, que provoca un envejecimiento de las poblaciones, junto con el abandono de los ancianos a una dolorosa soledad, es un modo sutil de expresar que todo termina con nosotros, que sólo cuentan nuestros intereses individuales. Así, “objeto de descarte no es sólo el alimento o los bienes superfluos, sino con frecuencia los mismos seres humanos”. Vimos lo que sucedió con las personas mayores en algunos lugares del mundo a causa del coronavirus. No tenían que morir así» [FT 19].

Recuperar la defensa de los derechos laborales

Entender que todas las personas tienen los mismos derechos sean del lugar que sean —que no son solo mano de obra— es esencial en el mundo hacia el que nos dirigimos.

«El descarte se expresa de múltiples maneras, como en la obsesión por reducir los costos laborales, que no advierte las graves consecuencias que esto ocasiona, porque el desempleo que se produce tiene como efecto directo expandir las fronteras de la pobreza» [FT20].

Educación crítica

Se hace imprescindible educar a jóvenes y adolescentes a una lectura crítica del mundo en el que viven y de lo que reciben a través de las redes sociales.

«La agresividad social encuentra en los dispositivos móviles y ordenadores un espacio de ampliación sin igual. […] Ello ha permitido que las ideologías pierdan todo pudor. Lo que hasta hace pocos años no podía ser dicho por alguien sin el riesgo de perder el respeto de todo el mundo, hoy puede ser expresado con toda crudeza aun por algunas autoridades políticas y permanecer impune» [FT 44-45].

Recomenzar

Tenemos una responsabilidad con la gente con la que compartimos nuestros proyectos de generar espacios nuevos de transformación social.

«Cada día se nos ofrece una nueva oportunidad, una etapa nueva. No tenemos que esperar todo de los que nos gobiernan, sería infantil. Gozamos de un espacio de corresponsabilidad capaz de iniciar y generar nuevos procesos y transformaciones. Seamos parte activa en la rehabilitación y el auxilio de las sociedades heridas» [FT 77].

Reelaborar el concepto de ciudadanía

El concepto de fraternidad solo tiene sentido si lo vivimos, lo compartimos y lo expresamos todos. No existen ciudadanos de primera y de segunda.

«Es necesario comprometernos para establecer en nuestra sociedad el concepto de plena ciudadanía y renunciar al uso discriminatorio de la palabra minorías, que trae consigo las semillas de sentirse aislado e inferior; prepara el terreno para la hostilidad y la discordia y quita los logros y los derechos religiosos y civiles de algunos ciudadanos al discriminarlos» [FT 131].

«En algunos barrios populares, todavía se vive el espíritu del “vecindario”, donde cada uno siente espontáneamente el deber de acompañar y ayudar al vecino» [FT 152].

Repensar la caridad

La caridad no debe quedarse en el ámbito individual, debe abrirse a la dimensión social y a la transformación que implica la incorporación de: instituciones, derecho, tecnología, experiencia, aportes profesionales, análisis científicos, procedimientos administrativos, etc.

«La caridad hace posible que las virtudes y hábitos de las personas construyan una vida en común» [FT 91].

«La caridad, con su dinamismo universal, puede construir un nuevo mundo porque no es un sentimiento estéril, sino la mejor manera de lograr caminos eficaces de desarrollo para todos» [FT 183].

Abiertos a los extranjeros

Francisco está convencido de que la migración es fundamental para el futuro de la humanidad. Es también una oportunidad para poner a la persona en el centro. Se subraya cómo la condición de la itinerancia en este mundo caracteriza a todos los seres humanos, que son «caminantes hechos de la misma carne humana» (Ft 8). Pero a ello se interpone una «cultura de muros» (FT 27), que impide, incluso físicamente, el encuentro con personas de culturas diferentes.

«Observando las fronteras del mundo contemporáneo, hay, lamentablemente, muchas violaciones sistemáticas de la dignidad humana, causadas por la voluntad política y económica contra los migrantes y la cooperación internacional» [FT 37].

«En los países de llegada hay una creciente explotación política del miedo al otro y se repiten esos lamentables episodios de racismo y xenofobia que parecían ser historia pasada» [FT 39].

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