Ángel Miranda. Director de la Obra Salesiana de Pamplona.
«Debemos cuidarnos unos a otros, a superar esto, porque, si hay algo más contagioso que este virus es el amor y la compasión. Frente a la adversidad, la gente de Europa está demostrando lo fuerte que puede ser».
«Ha llegado la hora de prepararse para este nuevo mundo, de utilizar todo el poder de nuestra esencia compartida y la fortaleza de nuestro objetivo común. Encontrar respuestas en este nuevo mundo requerirá valentía, confianza y solidaridad, la mejor versión de la solidaridad europea».
Ursula von der Leyen, Presidenta de la Comisión Europea en las sesiones del Parlamento europeo del 26 de marzo y 17 de abril de 2020.
Como todos hemos podido comprobar un virus no entiende ni de políticas, ni de naciones ni de fronteras. Estamos ante un ser microscópico que, más allá de las dificultades y reticencias entre políticos, exige a la vieja Europa una llamada inexorable a la unidad y la solidaridad entre países y ciudadanos, que hagan posible el sueño europeo, el rejuvenecimiento en su identidad y con ella de su cultura y de sus estructuras económicas, sociales u organizativas. Comentamos en el siguiente texto algunas de las cuestiones más relevantes que política y económicamente se han llevado a cabo durante este tiempo de pandemia.
ALGUNOS PASOS CONCRETOS
La Comisión Europea, consciente de la situación ha ido abriendo caminos de respuesta. Desde el comienzo asume la gestión de la crisis generada por el virus. Pone en marcha la Next Generation EU, dotado con 750.000 millones de euros parte en créditos y parte a fondo perdido, como instrumento de recuperación.
Plantea un presupuesto europeo reforzado a largo plazo (2021-2027) de 1,1 billones de euros, desde una triple perspectiva:
- apoyar a los Estados miembros para que se recuperen, reparen sus daños y salgan reforzados de la
crisis - relanzar la economía y apoyar a la inversión privada
- aprender de la crisis y abordar los retos estratégicos de Europa.
Por si esto fuera poco la Presidenta crea un «equipo de respuesta al coronavirus» fundamentado sobre tres pilares: el ámbito médico, la movilidad y la economía. Además se crea el European Solidarity Tracker (ECFR) como un observatorio de rastreo de la solidaridad entre los Estados miembros y las instituciones de la Unión.
¿Y ESO DE LA SOLIDARIDAD EUROPEA?
Corremos el peligro de dejarnos llevar por el juego de los políticos y de los medios empeñados en hacernos creer que todo el tema de la COVID-19 es cuestión de euros, perdiendo de vista que la mayor riqueza de un país y, por descontado, de Europa, son sus ciudadanos necesitados —más en estos momentos— de «un mensaje de esperanza y de aliento» que decía el Papa Francisco en su visita al Parlamento: un mensaje que, más allá del reparto de fondos, la caída del PIB, del consumo u otros factores económicos, genere esperanza y aliento en todos los europeos ante la destrucción de puestos de trabajo, la debilitación o pérdida el tejido industrial, el crecimiento de las desigualdades, las promesas incumplidas de ayuda o la marginación o alejamiento de los mayores o la pérdida de sentido de vida y de esperanza de futuro de los jóvenes.
Por ello, esta vez, nuestra cita periódica con las políticas europeas, trae a nuestras páginas datos donde podemos ver indicios de esa «mejor versión de la solidaridad» o ese «amor contagioso» de que habla nuestra presidenta.
El European Solidarity Tracker nos presenta datos sobre la solidaridad y, gestos concretos e intervenciones de solidaridad entre países miembros de la Unión en ámbitos tan diversos como una industria comprometida con la situación, el cuidado de los pacientes, la protección de las personas y la vuelta a casa de los sorprendidos fuera en tiempos de pandemia.
SOLIDARIDAD DE LA INDUSTRIA DE LA UE PARA PROTEGER A LA CIUDADANÍA EUROPEA
Pronto, la llamada de la Comisión de normalización a cumplir con la normativa de calidad y seguridad de los productos y recursos de protección frente al virus, tuvo su eco en muchas empresas europeas que reestructuraron y renovaron su producción.
El EURATEX —Confederación Europea del Sector Textil y de la Confección— habla de la reconversión de más de 1000 empresas del sector hacia la fabricación de equipamientos de protección individual (EPI) y, principalmente, mascarillas. Entre ellas, el grupo español Inditex, (2.000.000), la empresa lituana, Utenos trikotazas (70.000), la Raclac portuguesa que incrementó su producción hasta 1.600 guantes médicos desechables y 300 mascarillas quirúrgicas por minuto, o de la Next Technology Tecnotessile que creó un nuevo laboratorio para suministrar test de validación de mascarillas médicas en su Centro Eccellenza Qualità (CEQ).
Es lo que hacen Mercedes- Benz al orientar su capacidad de impresión en 3D a la producción de equipos, la Philips holandesa al duplicar su producción de respiradores o Lordflex al pasar de la fabricación de colchones a la de 100.000 mascarillas al día.
Lo mismo que la Beiersdorf alemana, del mundo de la cosmética, la PKN Orlen polaca dedicada al refinado de petróleo y combustibles, o la italiana de licores Ramazzotti, al reorganizarse hacia la fabricación de antisépticos o desinfectantes.
SOLIDARIDAD ENTRE PAÍSES DE LA UE PARA TRATAR A LOS PACIENTES DEL COVID 19
Otro ámbito en el que la solidaridad europea se hace patente es la colaboración entre diferentes estados para atender a los ciudadanos de otros países.
Los hospitales de Austria atienden en UCIs pacientes de Italia y Francia y algunos de los Países Bajos son trasladados a distintos Estados federados de Alemania, con aviones y helicópteros de las Fuerzas Aéreas alemanas.
Estonia y Lituania envían toneladas de equipos de protección personal y desinfectantes médicos a España e Italia, Luxemburgo acoge a menores no acompañados de los campos de refugiados superpoblados en Grecia, Francia participa en la Operación «Resilience» con su portahelicópteros LHD Mistral en el Océano Índico, Portugal envía a Luxemburgo profesores de idiomas en apoyo a la reapertura de las escuelas primarias.
Hablamos del personal médico de la Clínica Universitaria de Jena apoyando en Italia a una clínica cercana a Nápoles o de 10 profesionales italianos desplazados a Armenia, de aviones ambulancia y helicópteros de la red de salvamento aéreo de Luxemburgo integrados en el servicio francés de atención médica urgente, de personal sanitario rumano y noruego trabajando en Bérgamo y Milán, y, ¡cómo no!, de miles de europeos que, en gestos creativos de solidaridad personal, levantaban el ánimo de sus vecinos con la música de sus balcones y millones de gestos de solidaridad en nuestro entorno.
SOLIDARIDAD EUROPEA PARA PROTEGER A LOS TRABAJADORES SANITARIOS Y A LA CIUDADANÍA
El 7 de mayo, la Comisión Europea entregaba 1,5 millones de mascarillas a 17 Estados miembros y al Reino Unido y el 18 de junio, en una operación piloto, siete toneladas de equipos de protección personal a Bulgaria, o 65.000 mascarillas a Croacia, Montenegro, Macedonia del Norte y Serbia.
Protección Civil de la UE desplegaba en Azerbaiyán un equipo médico de emergencia italiano, Letonia proporcionó 478.500 mascarillas a Estonia, Austria millón y medio de mascarillas y más de 3.360 litros de desinfectante sanitario a Italia, guantes y desinfectantes a Croacia, Bosnia y Herzegovina, Montenegro, Moldavia y Albania, Chequia entregó 10.000 monos de protección a Italia y otros 10.000 a España y Alemania entregaba 7,5 toneladas de equipos médicos, respiradores y máscaras de anestesia a Italia, 50 respiradores a España y 25 a Francia.
Serbia recibía mantas, colchones y tiendas de campaña para los migrantes presentes en el país. Grecia, por su parte, recibía de Dinamarca y de otros países más de 180 contenedores habilitados como alojamientos o como estructuras móviles de asistencia sanitaria en los campos de migrantes griegos.
Claro está que, en muchos casos la noticia era que unos países se robaban a otros aviones cargados de material procedente de China, que en nuestro entorno la guerra se establecía entre las regiones, etc. ¡Mejor quedarnos con lo bueno!