Seguramente una de las frases más oídas en las últimas semanas, a causa de la pandemia, haya sido, “Nunca pensé que tendría que vivir una cosa así”. Y es que nos hemos dado cuenta de nuestra fragilidad, de la necesidad que tenemos unos de otros, de lo vulnerables que somos. Por eso, la pregunta que me hago al presentar este número es, ¿cómo no nos habíamos dado cuenta antes? ¿Es que no eran suficientes todas las señales de alarma que se estaban encendiendo con respecto a la vida de nuestro planeta? Y la realidad ha venido para que nos demos cuenta de lo que estábamos, y estamos, haciendo. Que el mundo, la vida y el planeta es más que una serie de elementos que podemos explotar para nuestro propio beneficio, muchas veces sin sentido.
Cuando nos sentamos a pensar en este número, hace ya unos meses, en nuestra cabeza estaba el celebrar el 5º aniversario de Laudato sí’ y hacernos eco de las voces de los jóvenes que en todo el mundo luchan por el planeta. Queríamos, también, hacer visible las relaciones entre pobreza, movimientos migratorios y desastres naturales, queríamos hablar de muchas cosas… pero nos ha llegado la pandemia, y de repente, todo aquello de lo que queríamos hablar cobra un sentido pleno y así lo podremos ver reflejado en muchos de los textos. María Eugenia lo expresa de manera magnífica en la entrevista, y le da incluso sentido al título que le hemos puesto al número; “el coronavirus nos da una dolorosa experiencia y vivencia profunda de que, en esta Casa Común, todos y todas estamos conectados”. Y es que tal vez nos sentimos muy agusto en nuestra pequeña Europa, encerrados en nuestro castillo, preciosa metáfora que utiliza José Luis Pinilla en su texto, pero la realidad ha venido para quedarse y nos ayuda a darnos cuenta, queramos o no, que ni un virus, ni el hambre, ni las catástrofes naturales que estamos provocando, conocen de fronteras.
En medio de este mundo gris quiero destacar dos iniciativas que surgen como una luz. Por un lado, Hispaled, una empresa diferente que busca aunar educación, ecología y negocio de una manera sostenible, una esperanza para un mundo empresarial que es devorador por naturaleza. Y por otro lado quiero destacar la revuelta de mujeres dentro de la Iglesia, una reivindicación feminista va de la mano de una reivindicación del papel de los laicos, hacia dentro, y de una visión comprometida con la justicia social y el cuidado del medio ambiente, hacia afuera.
Mientras reflexionaba y meditaba sobre la pandemia llegó a mis manos un texto de Leonardo Boff. Él escribe mucho mejor que yo, que mejor que sus palabras para cerrar este editorial y abrir este número de En la Calle; “Hoy la mayoría de la humanidad vive crucificada por la miseria, por el hambre, por la escasez de agua y por el desempleo. También está crucificada la naturaleza devastada por la codicia industrialista que se niega a aceptar límites. Crucificada está la Madre Tierra, agotada hasta el punto de haber perdido su equilibrio interno, que se hace evidente por el calentamiento global”.
@jotallorente, Director de la revista EN LA CALLE