Enrique Lluch Frechina. Profesor de Economía de la Universidad CEU Cardenal Herrera. Valencia
Desarrollo Sostenible es una expresión muy utilizada en nuestros días. Todas las sociedades parecemos buscar este objetivo que se presenta como la meta económica más adecuada para nuestros días. Sin embargo, tal y como es entendida esta expresión habitualmente, encierra una contradicción difícilmente resoluble que hace que tengamos que replantearnos esta idea.
Las definiciones que nos da el diccionario de la real academia sobre “desarrollo” y “sostenible” nos van a ayudar a entender mejor este tema. Desarrollar es, según la Real Academia de la Lengua, “Dicho de una comunidad humana: progresar o crecer, especialmente en el ámbito económico, social o cultural” y sostenible “Especialmente en ecología y economía, que se puede mantener durante largo tiempo sin agotar los recursos o causar grave daño al medio ambiente”. Tenemos pues las dos ideas básicas de un desarrollo sostenible. La primera es pensar en el progreso de la sociedad, en avanzar en un ámbito y la segunda, es que este avance no suponga un agotamiento de recursos a medio o largo plazo.
Pero, ¿a qué clase de desarrollo nos referimos cuando hablamos de desarrollo sostenible? Porque el desarrollo implica una mejora, un avance, una posición mejor que la anterior. Para saber si avanzamos debemos conocer hacia dónde queremos ir, solo conociendo el fin al que queremos llegar sabemos si estamos avanzando hacia él o no. Históricamente ha habido tres grandes concepciones de desarrollo que voy a describir someramente:
- Una es aquella que piensa que el desarrollo o el progreso se refieren, sobre todo, a las mejoras técnicas. Una nación o sociedad está más desarrollada cuando mayores avances tecnológicos ha logrado. En el siglo XIX esta concepción estaba muy generalizada y la confianza en la ciencia y en sus avances hacía que la concepción de desarrollo se centrase en este aspecto.
- La segunda tiene que ver con la justicia. Se piensa que una sociedad está más desarrollada en la medida que sus instituciones son más justas y están al servicio de las personas. Una sociedad sin pena de muerte, que respeta los derechos humanos, que organiza sus instituciones de manera justa, está más desarrollada que otra que hace exactamente lo contrario.
- Por último, existe una concepción de desarrollo que se identifica con una mejora económica medida como un incremento de los bienes que tenemos entre todos. Esta idea piensa que el desarrollo equivale al crecimiento económico, a producir más en un país en un año, a tener más cosas como carreteras, infraestructuras, nivel de vida, etc.
Cuando se habla de desarrollo sostenible se está considerando esta última concepción. Se está pensando en mantener un crecimiento económico que no agote los recursos necesarios para producir bienes y servicios. Se quiere, por tanto, combinar el tener más con el no agotar los recursos necesarios para la producción y lograr al mismo tiempo que no se deteriore excesivamente el medio ambiente. Sin embargo, esta concepción tiene dos grandes fallos que hacen que el concepto de desarrollo sostenible no sea viable tal y como se ha planteado hasta este momento.
Desarrollo no es crecimiento
En primer lugar debemos tener en cuenta que no es correcto identificar desarrollo con crecimiento económico. Como decía Pablo VI “El desarrollo no se reduce al simple crecimiento económico. Para ser auténtico debe ser integral, es decir, promover a todas las personas y a toda persona” (Populorum progressio: 14). El desarrollo no es una cuestión únicamente ligada al crecimiento económico, no nos desarrollamos solamente porque tengamos más entre todos, porque nuestras naciones o el mundo sea más rico en su conjunto, el desarrollo tiene que ver (como ya hemos visto) sobre todo con que las condiciones de vida de las personas mejoren para que todas y cada una de las personas que habitamos el planeta seamos capaces de llevar una vida digna en el entorno en el que vivimos. Esto tiene que ver desde el punto de vista económico no con tener más, sino con tener lo suficiente para vivir. Y desde la otra perspectiva, tiene que ver con lograr unos niveles de justicia y libertad superiores, que sean respetados los derechos humanos, que todos podamos acceder a una buena educación y a una sanidad que permita que superemos las enfermedades que adquirimos, etc. Solamente con esa sociedad más justa podemos mejorar a las personas que en ella habitan.
No se puede crecer ilimitadamente
Por todo ello, pensar que el desarrollo se limita al crecimiento económico es olvidar toda la dimensión de una sociedad justa que tiene este concepto. Pero además, pensar que el crecimiento económico puede ser ilimitado y sostenible es considerar que puede darse algo imposible. Porque para poder producir más y más necesitamos recursos naturales que extraemos de la tierra. Es imposible producir un bien o servicio cualquiera sin utilizar recursos naturales. Esto quiere decir que, incrementar la producción año tras año precisa de la utilización de más y más recursos.
Aquellos que defienden el desarrollo sostenible afirman que esto no tiene por qué ser así. Creen que hay tres factores que pueden hacer que produzcamos más sin necesidad de utilizar más recursos naturales.
- El primero: los avances tecnológicos que conllevan incrementos de productividad (es decir, se puede producir lo mismo utilizando menos recursos o visto desde otro prisma, se produce más con los mismos recursos).
- El segundo: el incremento del reciclaje y la reutilización que puede hacer que la basura generada por la sociedad se transforme en recursos para producir más bienes en el futuro.
- El tercero: la utilización de fuentes energéticas renovables como pueden ser el sol o el viento, de este modo podemos incrementar nuestra capacidad energética (necesaria para producir más) sin utilizar más recursos perecederos.
La combinación de estos tres elementos es la que, según estas personas, va a lograr que sigamos produciendo más y más sin agotar los recursos de la tierra ya que no vamos a necesitar utilizar tantos recursos.
La confianza en que estos avances suponen la posibilidad de un crecimiento económico infinito peca de ingenua (a mi entender) por dos motivos principales. El primero es que aunque mantuviésemos el uso actual de recursos naturales anuales, este no es sostenible durante siglos y siglos sin que se agoten, ya que la tierra es limitada. El segundo y más poderoso es que, además, esto no se da. En el periodo transcurrido entre 1950 y 2010 la producción mundial por habitante casi se ha triplicado1, al mismo tiempo, la utilización de recursos naturales se multiplicó por más de cuatro2. Esto quiere decir que a pesar de los avances tecnológicos importantes que se han dado en la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI y del incremento del reciclaje y de las tecnologías limpias, la utilización de recursos naturales se ha multiplicado por cuatro y las previsiones de la Agencia Europea del Medio ambiente son que este uso de recursos se duplicará de nuevo para 2050. Dicho de otra manera, a pesar de los tres factores que frenan la utilización de recursos naturales, esta crece imparablemente de modo que es imposible compatibilizar a largo plazo el crecimiento económico con la reducción de la utilización de recursos naturales.
Objetivo alternativo
Como hemos visto no parece posible que la humanidad siga teniendo más y más de una manera infinita a lo largo de los siglos venideros con una tierra que es finita y cuyos recursos tienen un límite. Por lo tanto cabe preguntarse si ¿lo que necesitamos es seguir investigando y haciendo esfuerzos para lograr crecimiento económico sin utilizar tantos recursos, o realmente la clave está en cambiar el objetivo económico de nuestras sociedades? Desde mi punto de vista, la respuesta para hablar de desarrollo sostenible no está en buscar la sostenibilidad de un objetivo insostenible (crecer ilimitadamente, lograr tener más y más entre todos año tras año) sino de cambiar este objetivo por otro que, en su propia naturaleza, sea sostenible. Si logramos esto estamos solucionando de base el problema de la sostenibilidad, porque el propio objetivo a alcanzar es sostenible por sí mismo.
Para hacerlo debemos de prescindir del crecimiento económico como objetivo económico deseable. Que crezca la producción mundial año tras año tiene una serie de problemas añadidos al ecológico que voy a resumir aquí. Por un lado, este crecimiento económico no alcanza a todos. A pesar de que logramos tener más entre todos, el número de personas que viven con menos de un 1,90 dólares al día sigue estando por encima de un 10% de la población mundial3 aunque esta cifra ha ido bajando en estos últimos años. Como no contamos con cifras mundiales sobre las personas que viven con menos de 3,10 dólares diarios (que podríamos considerar un umbral de pobreza también realista) no sabemos cuántas de quienes han dejado de ganar menos de 1,90 dólares diarios han salido realmente de la pobreza (es decir, ganan más de 3,10 dólares diarios –100 euros al mes aproximadamente–). Tenemos más entre todos, tocamos a más entre todos, pero no todos tienen lo suficiente para vivir. ¿De qué sirve tener más entre todos si sigue habiendo personas que no tienen lo suficiente para vivir? ¿Para qué queremos el crecimiento económico si no sirve para acabar con la pobreza?
La propuesta más adecuada para superar la contradicción irresoluble que supone pretender un crecimiento económico sostenible es dejar de buscar el bien agregado que supone el crecimiento económico para buscar el bien común, entendido esto como “El conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia perfección” (Pablo VI, Encíclica Gaudium et spes, 26). El desarrollo de una nación y de la humanidad consiste, realmente, en perseguir este objetivo del bien común, es decir, que todas y cada una de las personas que viven en la tierra logren las condiciones que les permitan desarrollarse como personas y alcanzar sus objetivos vitales de una manera sencilla y adecuada.
El bien común económico
Cabe preguntarse si tener más y más es algo que logre este bien común y como hemos visto esto no es así. Por un lado porque no todos se benefician de este crecimiento económico y no tienen un nivel de vida suficiente para ser libres y poder desarrollarse como personas, pero por otro lado, porque no hace falta tener más y más para lograr el objetivo vital de desarrollarse como personas. Muchos de nosotros tenemos la experiencia de que logramos este objetivo sin necesidad de tener más y más año tras año. A partir de una cantidad que nos permita cubrir todas nuestras necesidades y una parte de nuestras apetencias y deseos, tenemos lo suficiente para lograr nuestros objetivos vitales. No necesitamos ser más ricos para alcanzar esta pretensión.
Por ello, para lograr el bien común desde el punto de vista económico no es necesario tener siempre más para poder desarrollarse como persona, para ser libre, no hace falta una cantidad exagerada de recursos, hace falta tener lo suficiente para vivir, para llevar una vida digna en el entorno en el que nos encontramos cada uno de nosotros. ¿Cómo entendemos entonces el bien común desde el punto de vista económico? El bien común es que “todos tengan al menos lo suficiente”. Es decir, el objetivo económico que mejor se ajusta con esta concepción del bien común es lograr que todas las personas tengan al menos lo suficiente para vivir. Debemos pasar de perseguir “tener más entre todos” a perseguir que “todos tengan al menos lo suficiente”. El desarrollo no se mide entonces por tener más, porque se incremente la producción sin freno, sino porque consigamos que no haya pobres, que los que menos tienen obtengan al menos lo suficiente.
Cabría preguntarse si este es un objetivo sostenible, si concebir el desarrollo como una sociedad en la que no existan personas necesitadas, es pretensión sostenible. La respuesta es fácil de intuir, en la medida que para tener lo suficiente no hace falta producir más y más de una manera ilimitada, el objetivo es totalmente sostenible a largo plazo. No necesitamos tener cada vez más, no precisamos utilizar más y más recursos para generar crecimiento económico, podemos vivir con una producción estable que sea suficiente para que todos cubran sus necesidades y si a esto añadimos los avances ya nombrados con anterioridad (tecnologías eficientes, reciclaje, reutilización y energías renovables) nos lleva a que no solo no tengamos que utilizar cada vez más recursos, sino que la cantidad de estos se pueda reducir año tras año. Cuando el concepto de desarrollo cambia, el apellido sostenible se hace innecesario porque el sistema por sí mismo ya lo es.
Es posible
Algunos se pueden preguntar si esto es posible y la respuesta es otra vez sí. Durante siglos la producción mundial se ha mantenido estable, cuando a partir de finales del siglo XVIII y principios del XIX las sociedades occidentales comienzan a plantearse que deben organizar la economía de sus países para lograr el crecimiento económico, ponen los medios para ello y los resultados mundiales positivos (en este sentido) ya los he descrito aquí. Si ahora cambiamos nuestros objetivos, seguro que en un periodo más o menos largo de tiempo conseguimos encontrar los medios para lograr un sistema que permita que todos tengan lo suficiente y que no tenga problemas de sostenibilidad sino que sea sostenible por su propia naturaleza. Para ello necesitamos un cambio de mentalidad (que supone un cambio de estilos de vida entre otras cosas) y un cambio de estructuras, pero todo es ponerse manos a la obra. Es difícil, como todo lo que vale la pena en la vida, pero factible.