Seleccionar página

Tierra Habitada: ecología, espiritualidad y acogida en Segovia

17 de septiembre de 2025
El proyecto Tierra Habitada en Cañicosa (Segovia) combina ecología, espiritualidad y vida comunitaria como alternativa sostenible y solidaria.

Tierra Habitada

Un centro de ecología, espiritualidad y acogida en Cañicosa (Segovia)

José Eizaguirre

El pasado 1 de julio cumplimos cinco años desde que Pili y José vinimos a vivir a Cañicosa, un pequeño pueblo de la provincia de Segovia, donde animamos un proyecto de ecología, espiritualidad y acogida con el nombre de Tierra Habitada (www.tierrahabitada.org).

¿Qué hacemos aquí?

Por supuesto, vivir. Habitar nuestra casa, cultivar la tierra, cuidar gallinas compartidas con otras familias del pueblo, encontrarnos por la calle con vecinos y vecinas y pararnos a charlar un rato… En esto nuestra vida no tiene mucho de llamativo. Lo significativo, tal vez, es que no hemos nacido aquí: nosotros, que hemos nacido y crecido en ciudad, hemos hecho la opción de venir a este pueblo, donde nos encontramos con los habitantes de aquí y con otras personas “neorrurales” que han tomado opciones parecidas a las nuestras.

¿Qué espíritu nos mueve?

El deseo de adoptar una forma de vida solidaria, sostenible, saludable y espiritual.

El mundo tiene hoy muchas necesidades. Una de ellas es que necesitamos aprender a vivir de otra manera, de una manera más respetuosa con nuestra casa común, más compasiva y solidaria con las personas que sufren las consecuencias del sistema económico en el que vivimos y más integradora de todas las dimensiones de la persona: la salud corporal, afectiva y mental y la profundidad espiritual.

En Tierra Habitada queremos encarnar todo esto, empezando por nosotros mismos y ofreciéndolo a quienes se acercan a vivir con nosotros unos días o a participar en las actividades que organizamos. Para ello contamos, además de con nuestra vivienda, con dos alojamientos. Casas sencillas y bonitas que ayudan a transmitir un estilo de vida en armonía con la naturaleza. Casas limpias de químicos y de radiaciones electromagnéticas, con un uso moderado de la tecnología. La Fundación Tierra Habitada, creada por nosotros, es la propietaria de los inmuebles y responsable de las actividades —Pili y José somos los patronos, los administradores, pero no los dueños—.

La manera en que vivimos —y la que ofrecemos a quienes vienen— quiere ser respetuosa con la vida de otras personas y criaturas, llegando hasta donde nos permiten las posibilidades que ofrece la vida rural. Una forma de vida en la que no contribuyamos al dolor del mundo, formando parte de redes humanas de colaboración y fraternidad. Nosotros encontramos todo esto en la espiritualidad que brota de la encíclica Laudato si’, cuya Oración por nuestra Tierra rezamos con frecuencia, como formulación de la espiritualidad que queremos vivir.

Esto se concreta en aspectos como: alimentación sencilla, ecológica y flexitariana, minimización de residuos, productos de limpieza y aseo naturales, rechazo de productos de usar y tirar, energía renovable, banca ética… Todas esas cosas que hace tiempo que sabemos que están ahí pero que no terminamos de incorporar a las agitadas vidas urbanas de la sociedad. Y junto con todo esto, un ritmo de vida equilibrado que incluye la práctica diaria de meditación, tiempo para disfrutar del entorno —“disfrutar” no en un sentido lúdico-consumista sino más bien espiritual-contemplativo— y una cercanía a los ritmos de la naturaleza que nos ayuda a sentirnos parte de ella. De hecho, nuestras tareas son distintas a lo largo del año: el invierno es frío y oscuro e invita a quedarse dentro de casa en recogimiento, lectura y formación. La primavera es el eclosionar de la vida y el abundante trabajo en la huerta y en la acogida a grupos escolares. El verano es un tiempo de apertura, salir afuera, compartir y cosechar con agradecimiento los frutos de la tierra. El otoño es tiempo de colores y poesía, de hacer conservas e ir apaciguando el ritmo mientras seguimos acogiendo a personas y grupos que pasan por aquí.

Hay quien nos dice que es más fácil vivir de forma ecológica en el campo que en la ciudad. Nosotros matizamos: evidentemente, en el mundo rural es más fácil sentirse parte de la naturaleza y de sus ciclos y estar en contacto directo con productores locales, pero en una ciudad hay más establecimientos donde proveerse de productos ecológicos y de Comercio Justo y hay más población donde encontrar personas afines para formar grupos de apoyo y de consumo. Es lo que también hacemos aquí, resolviendo en grupo muchas de nuestras necesidades de consumo y desplazamientos.

Desde el principio queríamos que este proyecto fuera comunitario, compartir nuestra vida con otras personas con quienes vivir, rezar y trabajar. Pero teníamos claro que no íbamos a esperar a ser comunidad para empezar nosotros dos. De modo que nos lanzamos… Y aquí estamos. Cinco años después seguimos abiertos a ser comunidad y comprendiendo que, de momento, esta ha llegado de maneras diferentes a como esperábamos. Están los vecinos “neorrurales” con quienes compartimos valores, encuentros y grupo de consumo. Cada cual en su casa pero unidos tanto en lo práctico como en lo espiritual. Con unos nos encontramos para meditar los jueves por la tarde. Con muchos nos juntamos a celebrar cumpleaños y la misma vida en celebraciones cristianas —Pascua, Pentecostés— y otras laicas —solsticios de invierno y verano, fin de año—. Comunidad humana no confesional que nutre nuestra humanidad y espiritualidad. Están los amigos que vienen a pasar unos días y los voluntarios internacionales que conviven con nosotros entre una y tres semanas. Además de ayudarnos en las tareas, nos ayudan a ejercitarnos en la convivencia y nos enriquecen mucho culturalmente. Y están, finalmente, los de la “comunidad ampliada”, personas que vienen a participar de actividades, que apoyan con su aportación económica y sus ben-diciones.

Sí, nos sentimos muy bendecidos. Cada mañana damos gracias a Dios por tenerlo todo y todo sobreabundante. Y siempre le pedimos que no nos olvidemos de quienes no pueden tener lo mismo que nosotros y que nos siga alentando en este proyecto de vida y misión que nos ha sido dado.

 

TE PUEDE INTERESAR