Siente tu derecho
Quién se atrevería a negar
al estar desnudo en un campo,
que el agua de la lluvia
no le va a mojar.
Si bien sabido es,
que las nubes no entienden
de tipos y de colores de tez.
Acaso la brisa de una playa
se detuvo a pensar,
si los cabellos que alborota
son de un hombre o mujer.
Ridículo sería especular,
que Eolo, en su sofá,
que con el viento, le da por especular.
Quizás, alguien, en su necedad, piense
que la primavera te puede desinformar.
Sin embargo, las tardes de florecer
no hablan el idioma que el humano da.
Tan conscientes son
los idiomas antagónicos,
del lenguaje de las flores.
En aquella noche estrellada
a Dios no le importó
cuál era la religión que,
alguien, para nosotros, decidió.
Pero qué bonito fue,
nuestros ojos cruzándose
y las caricias de después.
Tus derechos son:
como el agua,
de una tarde de otoño,
como la brisa,
de esos paseos por el mar,
como las flores,
que nunca faltan en el jardín
y, como las caricias
que alegran el despertar.
Siente tu derecho,
que, como la naturaleza,
nadie te puede negar.
Enrique Llorente