Por: Tamara Pérez Cajide
Con el aumento de niños y niñas con necesidades educativas de apoyo específico (NEAE) en las actividades de ocio y tiempo libre educativo, surge la necesidad de una formación más completa y sensible en este ámbito. Pero, pareciendo tan simple la respuesta al problema, ¿por qué lo tenemos tan complicado? Actualmente, las formaciones que nos podemos dar sobre necesidades educativas especiales están enfocadas en dos aspectos clave: explicar la teoría sobre los diferentes tipos de trastornos y cómo detectarlos, y el trabajo con estas personas desde el ámbito formal; la escuela.
El poder del ocio inclusivo
Para que el tiempo libre sea realmente beneficioso, debe ser elegido libremente y basado en los gustos e intereses de cada niño o niña. Esto es especialmente importante para aquellos con NEAE, quienes tienen el mismo derecho que cualquier otro niño a disfrutar de un ocio gratificante y enriquecedor.
Sin embargo, el ámbito no formal suele estar ausente en la mayoría de las formaciones sobre NEAE. Por ello, es fundamental compartir recomendaciones prácticas basadas en experiencias reales con monitores, animadores y educadores de tiempo libre. Estas recomendaciones pueden abordar desde la adaptación de actividades para que sean accesibles para todos, hasta el trato adecuado y respetuoso hacia los niños y niñas con NEAE en diversas situaciones.
El objetivo no es que los equipos educativos tengan todas las respuestas, sino que desarrollen la sensibilidad para anticipar posibles dificultades y adaptar las actividades en consecuencia. Se trata de fomentar una cultura de inclusión donde todos los niños y niñas se sientan valorados y puedan participar plenamente en el tiempo libre.
El reto de la inclusión
¿Es útil, sí; es necesaria, por supuesto; pero es suficiente, ¡NO!?
Aunque hemos avanzado como sociedad hacia la inclusión de personas con NEAE, aún existen desafíos a nivel individual. El miedo a no hacerlo bien, a posibles accidentes, a no saber cómo incluir o al desconocimiento del trastorno en sí, pueden llevar a la sobreprotección y limitar las oportunidades de aprendizaje y autonomía de los niños y niñas.
Es fundamental crear espacios seguros donde los educadores puedan expresar sus dudas y temores sin juicios, donde puedan aprender y encontrar apoyo en sus colegas. Solo así podremos superar el miedo y avanzar hacia una inclusión genuina.
Preguntas clave para la reflexión
Para avanzar en este camino, es útil plantearnos dos preguntas clave:
- ¿Estamos preparados como entidad y equipo para trabajar con niños y niñas con NEAE en nuestra actividad? La respuesta honesta a menudo es «no».
- ¿Pueden entonces participar niños y niñas con NEAE en nuestras actividades? La respuesta no es tan sencilla. Si bien socialmente se reconoce el derecho a la participación de todos los niños y niñas, el miedo y la falta de preparación pueden llevar a la exclusión, aunque sea de forma sutil.
Estas preguntas nos invitan a reflexionar sobre nuestra disposición y capacidad para la inclusión, y a buscar soluciones para superar los obstáculos que se presenten.
Hacia un futuro inclusivo
En las formaciones sobre NEAE me gusta lanzar dos preguntas, en este enfoque de sensibilización, que nos pueden ayudar a plantearnos ciertos caminos por los que poder trabajar. La primera es si actualmente como entidad y equipo estamos preparados para trabajar con un niño o niña con NEAE en nuestra actividad. La respuesta general siempre suele ser un NO rotundo. Y a partir de ahí, les pregunto si podemos tener a niños o niñas con NEAE en nuestras actividades. En este caso la respuesta no es tan clara como antes, porque lo que está establecido socialmente es que estas personas con NEAE no pueden ser excluidas y tienen el mismo derecho que tú y yo a poder participar en una actividad, pero yo como responsable de esa actividad, como individuo, no quiero decirlo porque no se vería bien prefiero que no participe porque tengo miedo a esta nueva situación que se me plantea, me va a suponer un esfuerzo mayor, no me siento preparado y puede salir mal.
En definitiva, se sienten inseguros ante una nueva situación que se puede presentar. Por eso importante tener momentos y espacios seguros donde poder hablar de estos temas sin juzgar; donde se pueda hablar en términos que no sean tal vez los más correctos sin mirar mal a nadie, pero que permitan plantear las dudas y temores de los educadores ante nuevas situaciones que se presentan y poder dar respuesta entre todo y aprender de ello.
En última instancia, la inclusión de niños y niñas con NEAE en el tiempo libre no es solo una cuestión de derechos, sino también de enriquecimiento mutuo. Al abrir nuestras actividades a la diversidad, creamos un espacio donde todos los niños y niñas pueden aprender, crecer y disfrutar juntos.
Este es un camino que requiere formación, sensibilización y compromiso de todos los involucrados. Pero es un camino que vale la pena recorrer, porque nos lleva hacia una sociedad más justa, equitativa y enriquecedora para todos.