El Centre Català de Solidaritat (CECAS) es una fundación sin ánimo de lucro constituida hace 32 años por iniciativa de las Caritas y Diócesis Catalanas con el objetivo de ofrecer una respuesta específica a la atención y tratamiento de las adicciones a las sustancias, especialmente para las personas que se encuentran en alto riesgo de exclusión social. Por aquel entonces las Cáritas parroquiales, diocesanas y arciprestados, que atendían las carencias cotidianas y necesidades básicas de muchas familias —desde leche o pañales para bebés a cubrir deudas de suministro— observaron claramente que detrás de esas faltas había una proporción importante de miembros de las familias con problemas de alcohol o eran consumidores de heroína. Los servicios sociales y la red de atención a las drogodependencias se iban construyendo pero faltaban recursos especializados. Es en este punto donde las Diócesis Catalanas deciden actuar y buscar una respuesta más precisa concorde con la realidad observada y, encontrar un modelo de tratamiento efectivo para atender y tratar las dependencias a la sustancias. Inicialmente tuvo la influencia directa del CeIS (Centro Italiano de Solidaridad), muy conocido en España por la gran implantación de programas Proyecto Hombre que desde hace prácticamente cuatro décadas se han ido desplegando por todo el estado, partiendo también del modelo italiano Progetto Uomo.
En 1991 CECAS inició su andadura en las instalaciones de Cáritas de la ciudad de Tarragona. Todo empezó con escasos recursos. Recuerdo que en el primer equipo de Acogida compartíamos una Olivetti de segunda mano a la que le fallaba de vez en cuando la tecla “a”. Costaba 75 pesetas arreglarla. A principios de los 90, el perfil de población que atendíamos era en su mayoría heroinómanos procedente de los barrios periféricos de la ciudad. Núcleos conformados por familias de clase obrera que emigraron a Cataluña en los 60. Bonavista, Torreforta, el barrio de La Esperanza…, zonas muy castigadas por la heroína pinchada durante los años precedentes, a las que se les juntaba la lacra del SIDA. En el equipo, éramos pocos los profesionales, la mayor parte lo conformaban jóvenes con vocación social y algunas personas rehabilitadas con experiencia de recuperación.
Pero había entusiasmo y la motivación que supone empezar un proyecto que pretende ser útil. Como diría Tony Gelormino, uno de los precursores de la Comunidad Terapéutica de Daytop Village en Brooklyn y el propio CeIS: Leer no es suficiente para conocer, hay que vivirlo y experimentarlo. La visión que comparte el CECAS con el CeIS deriva de la consideración de que el abuso y adicción a las drogas es la expresión evasiva de un malestar de la persona, un síntoma, más que la causa que origine el problema. Son múltiples los determinantes por los cuales la persona-sujeto construye su adicción, influyen factores biológicos, psicológicos, familiares, sociales, económicos…, pero la capacidad de rehabilitación depende de la activación de la persona, del desarrollo de sus capacidades de auto-modificación, la revisión y reintegración de su auto concepto y la posibilidad de construir un proyecto vital alternativo consumo de sustancias. Para acompañar y para salir del consumo hacen falta altas dosis de sentido común, como diría Sancho, y otro tanto de espíritu propio, como dirían tanto Unamuno como el mismo Don Quijote.
El CECAS tiene actualmente su sede en Barcelona, prestando sus servicios a todo el territorio catalán a través de varios dispositivos. La evolución de los programas de la fundación ha venido marcada por la especialización del tratamiento de carácter psicosocial y biomédico, adaptándose a los cambios en los sistemas de recuperación y tipos de perfiles de los usuarios. Desde 1995 la entidad incorporó el servicio de seguimiento médico en el tratamiento, implementando los controles analíticos, la prescripción de interdictores del alcohol y el programa con agonistas opiáceos (metadona), ofreciendo y garantizando la oportunidad para la reducción paulatina de los mismos. También en Barcelona y Tarragona, se generaron Grupos de Alcohol semanales para el mantenimiento de la abstinencia de personas en situación ambulatoria. Después de un estudio relacionado con la exclusividad de la atención y tratamiento al colectivo de mujeres adictas —siempre en minoría en unos regímenes residenciales mixtos muy masculinizados— se vio como aumentaba significativamente un 25% la adhesión al tratamiento si trabajaban terapéuticamente juntas. En 2005 se decidió separar el programa de tratamiento por género, convirtiendo la CT de Can Puig (Sant Cugat de Vallès), hasta el momento mixta, en una CT para hombres, y abriendo una CT Urbana para mujeres en Tarragona.
Durante estos 18 años los índices de adhesión se han mantenido al alza sin que ello haya supuesto ningún impacto negativo en la retención de los usuarios hombres. Esta iniciativa, si bien ha supuesto cierta novedad en los sistemas de tratamiento de la Comunidad Autónoma catalana, en realidad no era pionera en España. La Fundación Spiral en Madrid y la Fundación EMET-Arco Iris en Córdoba llevan más de una década de experiencia con CCTT para mujeres desde el año 1990. Posteriormente en 2007, después de un estudio piloto realizado en colaboración con el equipo psiquiátrico de los Servicios de Salud Mental del Hospital de Sant Joan de Déu, el Centro de Día de Barcelona abrió un Grupo de Patología Dual para atender a 10 usuarios con adicción y trastornos mentales asociados. Actualmente, la atención del colectivo con Patología Dual va en aumento y las necesidades de atención continuada hacen que los programas terapéuticos para este perfil puedan y tengan que experimentar una mayor capacidad de asistencia.
Durante 2022 se han atendido a 442 personas. El 79,39% han sido varones, el 27,60% mujeres. Han participado un total de 194 familiares. El 35,09% de las personas atendidas durante el 2022 vivían con familiares y el 37,25% han sido personas sin techo o que residían en domicilios inestables o de tipo asistencial. Considerando que la media de edad se sitúa en los 43 años, esto evidencia una falta importante de estabilidad habitacional y de autonomía en torno a unas edades en las que se supone que ya se debería haber podido tener establecido un hogar y construir una familia. Se suma a ello, que casi el 70% se encontraba en paro y por tanto en situación de alta vulnerabilidad.
Otro dato llamativo es que el 28% del colectivo de mujeres en tratamiento revela que han sido víctimas de violencia doméstica. Una vez más, el incremento en la incidencia de consumo de alcohol, junto con la cocaína, nos indican las principales drogas de consumo. Resumiendo. Por una razón o por otra nuestras sociedades siempre adolecen de un malestar de fondo que se traduce en la tendencia a evadirse y a caer en el mundo de la adicción. El margen de mejora de la realidad es amplio, complejo, y a menudo el hombre es enemigo de la dificultad. Pero hemos de ir, no sé si vamos a llegar, pero hay que ir, como diría García Lorca.