Somos acogida

18 de agosto de 2022
Estos encuentros diarios significaron algo muy importante para Emilia, empezó a conocer la situación de los chicos, sus carencias y necesidades, y nació un vínculo de amistad.

El año 2019 fue un año complejo para los jóvenes migrantes no acompañados. En la Comunidad de Madrid la extrema derecha los eligió como objetivo dentro de su delirante discurso xenófobo y racista. Se centraron, especialmente, en los menores del Centro de Primera Acogida de Hortaleza.

La campaña se inició en una intervención del diputado Abascal en el Congreso de los Diputados, señalándoles como los culpables de la inseguridad ciudadana que, según su discurso, se producía en los barrios de Madrid. De esta forma, eligieron como centro de sus campañas, el Centro de Primera Acogida de Hortaleza, donde tuvieron lugar ruedas de prensa a las puertas del mismo, culpabilizando a estos menores del incremento de la delincuencia en el barrio. Una acusación desmentida por los propios informes de los cuerpos de seguridad del estado. El acoso se transformó en mensajes de odio y agresiones físicas que incluyeron el lanzamiento de una granada de mano en el patio de su residencia.

Los vecinos se unieron para dar respuesta a estos mensajes de odio y a estas agresiones iniciando movilizaciones de apoyo. Pero la realidad se impuso: estos chicos necesitan el calor humano, el ver que tienen personas cerca que se preocupan de sus problemas individuales y colectivos. Así, Emilia, Olga, Juan y Luis comienzan a trabajar directamente con los chicos.

El comienzo

Emilia Lozano es una veterana activista del movimiento feminista. Cuando a ella y a su marido, Luis, les llega el momento de la jubilación y los hijos han iniciado sus propios caminos, se plantean hacer cambios en su vida. Cambian de casa y el destino quiere que sea frente al Centro de Acogida de Hortaleza. Ser testigos de los momentos convulsos provocados por los discursos de odio que tienen lugar allí, es la chispa para actuar y luchar por estos jóvenes.

El Centro, depende de la Comunidad de Madrid y acoge, principalmente, a “Menores Extranjeros no Acompañados”, aunque también a otros menores desamparados. Todos ellos quedan bajo la tutela de la Administración. En el año 2019, el Centro se encontraba superado en cuanto a su capacidad y, por lo tanto, sin reunir las condiciones mínimas que debería tener.

Los chicos empiezan a acercarse a Emilia, que diariamente pasea con su perra por el parque anexo al Centro. Ellos dicen querer aprender español, pero de lejos se nota que lo que de verdad quieren es el calor humano de una persona que no les estigmatice, que no les culpabilice de su propio viaje migratorio.

Estos encuentros diarios significaron algo muy importante para Emilia, empezó a conocer la situación de los chicos, sus carencias y necesidades, y nació un vínculo de amistad que se transformó en la necesidad de apoyarles y buscar fórmulas para mejorar su situación. Así comenzaron las meriendas en su casa, los paseos para conocer la ciudad e incluso, durante las fiestas navideñas, compartir con ellos las celebraciones familiares. A los contactos diarios, se incorporan Olga y Juan, que hacen de esta tarea de acompañamiento una parte importante de su vida. Ambas parejas saben cómo las administraciones públicas tratan a estos jóvenes una vez que han cumplido los dieciocho años.

En la mayoría de los casos los dejan en la calle al borde de la exclusión social. Por ello, deciden acogerlos en sus casas en tanto encuentran un recurso residencial.

Emilia, Olga, Juan y Luis empiezan a conocer los momentos críticos del Centro que no se abordan de forma adecuada, se practican unos protocolos excesivamente estrictos y muy similares a los que se pudieran poner en práctica en otro tipo de Centros y no se cumplen los objetivos de integración ni de formación para abordar su nueva vida. Las relaciones con la Comunidad de Madrid, con la Dirección y los trabajadores del Centro de Primera Acogida, no son fáciles. Al fin y al cabo, ellos son unos vecinos corrientes.

Nacimiento de Somos Acogida

Entonces, ven la necesidad de constituirse en Asociación. Así nace “Somos Acogida”. Los primeros tiempos son difíciles, aunque cuentan con la incorporación de otros vecinos como Gema y Nacho. La definición de los primeros programas hace que algunos compañeros se queden en el camino, pero siguen trabajando con los chicos del Centro y pronto se van incorporando otros jóvenes que viven en la calle y que están al borde de la exclusión social. Muchos sufren carencias en sus necesidades básicas y el peligro de la dependencia de tóxicos, que hace inviable su inclusión en los programas que se van trabajando, pero a los que no se puede abandonar a su suerte.

Llega el primer acuerdo con la Asociación Cultural “Espacio Pegaso” que da acceso a sus locales a la Asociación Somos Acogida tres días en semana, para la puesta en marcha del Programa de Talleres de Castellano, Informática y Habilidades Sociales. Y se suman otras colaboraciones positivas: el Programa de Familias de Acogida y la Red de Familias de Acogida Familiar, que, entre otras cosas, ofrecen un refugio de urgencia y un vínculo familiar a los chicos de al menos un año de duración.

La pandemia desatada por la COVID ataca fieramente estos dos programas, desbaratando el de Familias de Acogida de Urgencia y dejando en cuadro el de Familias de Acogida. Durante este periodo, el panorama es desolador, las administraciones hacen oídos sordos a las llamadas de auxilio y de peticiones de apoyo y ayuda. Con todo, la situación se deteriora por las medidas de confinamiento y a la situación de calle a la que se ven abocados los jóvenes.

Vida de familia

El impulso de Emilia, como Presidenta de la Asociación, y el apoyo de toda la Junta Directiva, hace posible seguir trabajando día a día atendiendo y apoyando a los chicos. Cuando la situación pandémica lo permite, Emilia y Luis se trasladan a La Puebla de Almoradiel, lugar de nacimiento de Emilia. Van acompañados de Touré, uno de los jóvenes que estuvo acogido en el Centro y con el que ha surgido un lazo de afecto. Una vez cumplidos los 18 años y ante la inacción de la Comunidad de Madrid por ofrecerle un recurso residencial, lo acogen y empieza un nuevo proyecto de futuro en familia.

El verano del 2020 se convierte en un verano especial. Touré llega a La Puebla de Almoradiel, donde encuentra en los vecinos de este pequeño pueblo manchego, en palabras del propio Touré, “miradas de cariño y de solidaridad” que cambia el objetivo del viaje. Una amiga de Emilia le ofrece quedarse con su familia y así, Touré, se integra en la vida del pueblo, trabaja en el campo, juega al fútbol y participa en la escuela municipal de teatro.

Casa de la Solidaridad y la Autonomía

Emilia y Luis creen que nunca han dado tantos frutos sus paseos con la Luna, la Coquer que comparte vida con ellos. Pese a todo, la situación de los chicos migrantes en Madrid seguía siendo muy compleja. Y de forma paralela, en La Puebla de Almoradiel se vivía el despoblamiento, debido a la crisis del campo, la situación económica, y el envejecimiento de su población, entre otros factores. Esto lleva a Emilia y a Luis a reflexionar sobre un nuevo proyecto. En otra de las caminatas con Luna, observan el deterioro de muchas de las viviendas del pueblo y el gran número de carteles de “se vende” o “se alquila”. Así que se les ocurre una idea: que Somos Acogida aborde un nuevo proyecto: una Casa que acoja a los chicos que se quedan en la calle en Madrid.

Así, en un patio manchego, una noche de verano, nace el proyecto de la “Casa de la Solidaridad y la Autonomía”, que se presenta al Equipo de Gobierno Municipal. Éste, lo recibe con los brazos abiertos y a través de la radio local se pone en conocimiento de los vecinos. La respuesta fue inmediata: una pareja cede de forma desinteresada y a coste cero, una vivienda de 180 m2. Los vecinos, comerciantes y los profesionales del pueblo se vuelcan en el proyecto y a través de su trabajo, aportaciones de mobiliario y su colaboración desinteresada en todas las tareas necesarias para su puesta en marcha, el proyecto ve la luz en el mes de abril del año 2021.

Desde ese momento han pasado por la casa 12 jóvenes. Cuatro de forma provisional para trabajar en la campaña de la vendimia, tres que desde esta plataforma han iniciado nuevos proyectos de vida y los cuatro que en la actualidad viven en la Casa. Nos gustaría cubrir todas las plazas posibles, diez, pero al no contar con ayudas institucionales y siendo los recursos propios muy limitados, nos vemos en la necesidad de acoger solamente a cuatro.

Este es el proyecto de Somos Acogida y en él estamos abiertos a recibir a todos los que deseen colaborar en él.

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