Mons. Luc Van Looy. Presidente de Cáritas Europa
La caridad es una parte integral de la vida ordinaria. Todos necesitamos cariño, y experimentamos alegría cuando podemos ofrecer actos de caridad al prójimo. La aceptación del otro, más allá de su origen o clase social, es un derecho fundamental que reconocemos en cada acto de amor y respeto que realizamos, sin reducirlo al ámbito de lo privado —amigos o vecinos— sino como gesto de reconocimiento de cada persona como piedra constructiva de la sociedad.
Eso hace que, de un modo u otro, la caridad forme parte de la actividad de las organizaciones civiles y eclesiales como Cáritas, bajo cuyo nombre, desde 1947, se integran en distintos niveles locales, parroquiales, nacionales continentales o internacionales como Cáritas Europa y Cáritas Internacional.
Para mí, resulta especialmente grato compartir con En la Calle una reflexión desde mi experiencia de catorce años en Cáritas, ocho como responsable en la Conferencia episcopal de Bélgica y seis como presidente de Cáritas Europa.
Caritas, misión, compromiso, trabajo, voluntariado
Cáritas vive, ante todo, gracias a una multitud de voluntarios y al personal de varias organizaciones que, con sus ojos y oídos, siempre abiertos para detectar las necesidades de la gente, salen de su zona de confort para visitar gente sin techo, familias pobres, personas solitarias, para escucharlas y cuando sea posible, ofrecer ayudas concretas.
Son personas que desarrollan en sí mismas, como don carismático, su capacidad, para detectar personas y situaciones en dificultad: saben que en Europa existe una gran pobreza escondida entre la gente ordinaria que sufre el alto coste de la vida, el desempleo, la quemazón en el trabajo o que son muchos los jóvenes que padecen la falta de trabajo, o crecen en un mundo donde crecen las enfermedades psicológicas, los problemas sociales y económicos y situaciones que empujan a las familias, más y más, hacia un pozo cada vez más profundo.
Conscientes de que la gente necesita atención y oídos abiertos a la escucha, reconocen la dignidad de cada persona en línea con el Papa Francisco cuando en su libro ‘Soñemos Juntos’ habla de la necesidad de tierra, de casa y trabajo, como signos de respeto y ayuda concreta para la vida diaria de una familia desocupada que no tiene manera de comprar pan o leche para los niños o la medicina en caso de enfermedad, para los niños y jóvenes que, sin posibilidades de ir a la escuela, se aburren y caen en la tentación de entrar en caminos alternativos, en una sociedad donde la relación entre pobreza y violencia es cada vez más evidente.
El voluntario o la voluntaria, siempre cerca, vive en el barrio donde viven los pobres, entra en diálogo con ellos, en su casa, inspirado por Cáritas, junto y apoyado por las experiencias de otros colegas voluntarios, busca caminos practicables para estar cerca de las personas en dificultad y, a la vez, entrar en contacto con obras sociales, autoridades del lugar y otras organizaciones asistenciales. Son personas voluntarias que superan límites y fronteras y crean redes de colaboración y de apoyo recíproco en la lucha contra los males de la sociedad actual.
CÁRITAS: PRESENCIA Y ORGANIZACIÓN CREATIVA
Hace años Cáritas International presentaba al Santo Padre y a la sociedad mundial, en San Pedro de Roma, su proyecto ‘Una familia Humana’ y, ya en 2015, encontró en la encíclica “Laudato si’ de Francisco la oportunidad de presentarlo al Parlamento europeo como documento de debate.
Tres años más tarde, en 2018, Cáritas Europa, ofrece una visión más amplia de la problemática de la pobreza en el mundo y la necesidad de una ecología integral. En su libro “Moved by compassion” (Bruselas 2018) publicó una serie de historias como homenaje a los voluntarios en todos los países europeos a quienes encontramos y hemos visto en Lampedusa, en España en Rusia y Alemania, no solo acogiendo a refugiados, sino también, y más aún, acompañándolos en la búsqueda de perspectivas para un futuro integrado.
En nuestro caso, alguna experiencia personal pasa por la propuesta a todas las parroquias de crear posibilidades para acoger familias o jóvenes que llegan solos hasta nosotros, o la del seguimiento personal de la historia de dos familias sirias cuando, acogidas en momentos distintos por dos parroquias en mi diócesis, al ponerlas en contacto entre ellas, descubrimos que llegaron de un mismo pueblo en la frontera con Turquía. Historias, muchas veces breves, pero de un contenido profundo que, únicas para cada persona, se repiten día a día en los grandes centros de Cáritas de Spa y de Scherpenheuvel donde casi permanentemente ayudamos a personas que están preparando los papeles para su integración europea en Bélgica.
CÁRITAS: CORAZÓN UNIVERSAL
La labor de coordinación de las Cáritas Nacionales, Cáritas Europa y Cáritas Internacional, favorece distintas iniciativas privadas y oficiales como la apertura de secretarías para buscar voluntarios y prepararlos, ofreciéndoles informaciones útiles y formación adecuada, la atención a personas en dificultad que exigen un acompañamiento profesional, material, administrativo, educativo o psicológico, la conexión entre agencias que procuran asistencia personal y comunitaria, el intercambio de experiencias y la evaluación y desarrollo de plataformas nacionales e internacionales ante situaciones concretas que exigen una atención más específica.
En este sentido, Cáritas Europa mantiene un contacto permanente con los representantes en los distintos países de Europa, estudia estrategias adecuadas para sobrellevar el dolor y el aislamiento de las personas, promueve o se hace presente en debates públicos, nacionales e internacionales donde su Secretaría con sus expertos, facilita el contacto entre la realidad y los ámbitos de estudio y amplía la visión de los temas por su conexión con la delegación permanente de Cáritas en la ONU.
En los ámbitos regionales o continentales Cáritas organiza encuentros regulares de secretarías nacionales y de voluntarios donde el conocimiento e intercambio entre personas y situaciones crean fuertes lazos de entusiasmo y de mejora en el trabajo. No falta la revisión de sus estatutos y el aprovechamiento de la presencia de representantes internacionales para crecer en la unidad política de la organización mundial. En Roma, cada año, el encuentro de delegados de las diferentes regiones continentales permite una revisión completa de los proyectos, estructuras, estrategias, ayudas concretas y posibilidades financieras de la Organización.
Dos encuentros recientes en Lourdes y en Tbilisi han dejado una huella especial al conectarnos con la espiritualidad católica-mariana y aproximarnos al mundo oriental de Europa y a las Iglesias Ortodoxas.
En todas estas actividades el contacto concreto con los pobres, la profesionalidad de los agentes de Cáritas y la experiencia siempre presente de quienes “están en el fango”, favorecen el contacto bilateral y un trabajo de lobby con responsables nacionales y dirigentes políticos y sociales de los países, para pedir atención y financiación de acciones concretas de asistencia, siguiendo el modelo inspirador del Papa Francisco para unir la realidad local y los debates internacionales.
UNA PALABRA FINAL
¿Y el papel del Presidente y de la Secretaría general de Cáritas Europa?
Intentamos estar en contacto permanente con las realidades y los voluntarios nacionales y con el día a día de sus presencias y de su trabajo. Sus experiencias son el material de trabajo de la secretaria en Bruselas y aseguran una intervención concreta cualitativa y profesional. Sirva como ejemplo el horizonte abierto por Cáritas Europa al poner en marcha ‘Cáritas Joven’, dando a jóvenes de los distintos países una voz fresca en las deliberaciones en busca de caminos de intervención ante la desocupación juvenil, la integración de los jóvenes pobres en la sociedad, la educación escolar y técnica, la presencia joven en los grupos sociales, conscientes de que el remedio inmediato nunca será suficiente si no abrimos caminos de futuro para cada persona con iguales derechos y responsabilidades.
En el fondo: un intento de realizar el mandamiento del Creador: amar al prójimo como a sí mismo.