La realidad de la inmigración es un hecho incuestionable, las personas que han venido de otros países están con nosotros, son nuestros vecinos; los hijos van a la escuela con niños y niñas de otras culturas, los jóvenes se relacionan y se divierten con cualquier joven. Es una realidad constante en nuestras vidas, constatando que las migraciones no son realidades nuevas, siempre han existido, hasta tal punto, en estos momentos, de sentirnos como en una casa común.
Los inmigrantes dan vida a barrios periféricos de nuestras ciudades, contribuyen a la economía nacional, la natalidad, la gastronomía…Pero sería erróneo deducir de ello, que todo va bien. La cohesión social entre los que llegan y la sociedad de acogida resulta difícil. Ha habido momentos donde la integración era lo más natural, pero acababa en la asimilación. Los inmigrantes se tenían que españolizar y su cultura se reducía a esporádicas manifestaciones artísticas.
La cohesión social y el sentimiento de pertenencia abarcan a toda la persona. Hay dimensiones importantes en la persona que se deben fomentar, la relacional, el ser capaces de convivir unas con otras, evitando “una mezcla perniciosa de precariedad laboral, prejuicios sociales, “guetización” residencial…”, como nos indica Carlos Arce en la entrevista. Y todo ello dentro de un marco de referencia común que reconozca el acceso a los derechos básicos, a la vida en familia, a la diversidad cultural…
Hay experiencias positivas de cohesión social, pero debemos trabajar, sobre todo en educación y sensibilización, porque se dan extensas sombras de discriminación, exclusión social y xenofobia; a ello contribuyen la falta de políticas integradoras, estrategias públicas, la crisis económica que persiste, la falta de empleos, por no hablar de la gran crisis de valores humanos y solidarios. Jaume Funes en su artículo se pregunta “¿no ha desaparecido el crudo interrogante de saber si, desde la educación, se hizo lo que se debía hacer y se hizo adecuadamente?”.
Las políticas públicas deben generar un modelo común con sinergias positivas en la sociedad para lograr el estado de bienestar, que favorece la integración de toda la ciudadanía.
La necesidad vital de las personas y el derecho al asilo son suficientes motivos para arriesgarse y saltar todos los muros, por muy altos, compactos e hirientes que se construyan. Se seguirán recibiendo considerables flujos de inmigrantes. Debemos ser personas, pueblos, ciudades y naciones acogedoras.
Juanjo Ruiz Husillos. Director de ‘En la calle’