Pascual Chávez, Rector Mayor de la Congregación Salesiana de 2002-2014
Hablar de “dar más a quien ha recibido menos” en la vida significa traer a la mente la historia de Don Bosco, el cura de los jóvenes sin una parroquia, de los chavales perdidos, de los niños maltratados, víctimas de abuso y acoso. Don Bosco fue el santo educador que ha encontrado nuevas formas de oponerse al mal y revertir la tendencia cultural y social de su época a través de su obra educativa, que lo hicieron que fuera conocido y admirado en todas partes.
Cuanto más se conoce la Congregación, extendida en los cinco continentes, más se puede conocer y reconocer que los salesianos han tratado de ser fieles a este criterio fundamental, de estar cercanos y de ser solidarios con los más necesitados, contemplando esas realidades juveniles que la sociedad no quiere ver, por ejemplo: los chicos de la calle, los adolescentes soldado, los niños trabajadores, los chicos explotados en el turismo sexual, los chavales banda, los chicos sin nombre… La diferencia es tal vez que la sensibilidad entre nosotros ha crecido, que el trabajo de los pioneros –que tuvieron la capacidad de haber descubierto estos fenómenos sociales y haber tenido la energía de enfrentarlos inventando soluciones– ha sido asumido por la Institución, y sobre todo que está adquiriendo una mentalidad que nos permite posicionarnos en cualquier lugar con esta clave de lectura: hacer la elección de los más excluidos y marginados.
1. EL DRAMA DE LA MARGINACIÓN EN EUROPA
El rasgo más distintivo de la marginación en Europa, en términos de pobreza socioeconómica, está determinado por la ola imparable de la inmigración, desde el punto de vista cultural y religioso es especificado por el creciente número de jóvenes que pertenecen a otras religiones, principalmente el Islam y, desde el punto de vista existencial, se define por la pérdida del sentido de la vida, lo que conduce al consumismo, al hedonismo, al indiferentismo, a la adicción a las drogas, la violencia. Por la misma razón, las respuestas son necesariamente diferentes.
En los últimos años, la atención de los Salesianos se ha centrado en el mundo de la inmigración, pues nos encontramos ante un verdadero drama humanitario por los millones de personas que por razones políticas o religiosas o de pobreza deben dejar el propio país y buscar refugio y un paraíso social en Europa. Esto explica las convicciones y las opciones que la Congregación en Europa ha querido asumir frente al fenómeno de la inmigración, y sus iniciativas éticas y educativas, y las líneas operativas y los pasos que se llevan a cabo en las provincias salesianas para continuar y mejorar el camino tomado.
Enuncio, sin desarrollar, las líneas básicas:
- promover una renovación de la mentalidad, de tal modo que la preocupación y la acción en favor de los inmigrantes esté presente en todas las comunidades salesianas y educativas, favoreciendo una abertura cordial y superando la resistencia natural ante las minorías étnicas. Se trata, en efecto, de una de las prioridades carismáticas de nuestra misión, que debe establecerse como una dimensión transversal a todas las presencias salesianas. Significa modernizar nuestra mentalidad socio-política para participar activamente en la construcción de una verdadera Comunidad Europea, que debe encontrar en los inmigrantes no tanto un problema cuanto un recurso, y no sólo económico, sino humano;
- formar en la aceptación de la diversidad, educando al conocimiento y a la apreciación de la cultura de los demás, a la pedagogía intercultural, promoviendo experiencias de trabajo intercultural, estudiando el fenómeno de la inmigración desde el punto de vista educativo, desarrollando planes de formación para la mediación cultural, para el diálogo inter-religioso;
- iniciar o fortalecer una acción educativa y pastoral significativa entre los inmigrantes, cada vez más conscientes de que se trata de una realidad característica de la nueva Europa. Esto significa que nuestro proyecto educativo pastoral no sólo no puede renunciar a permitir obras a favor de ellos, sino que la pastoral de los inmigrantes debe caracterizar todo nuestro Proyecto Educativo Pastoral Salesiano;
- trabajar en red, es decir, convencidos de la necesidad de trabajar conjuntamente con instituciones y otras organizaciones para responder mejor a todas las dimensiones de una buena propuesta educativa que sea a la vez respetuosa de la cultura de los inmigrantes y pedagógica, en vista de una integración positiva en la nueva cultura que los acoge.
2. EN LA RAIZ DE LA OPCIÓN SALESIANA POR LOS MÁS POBRES, HAY UNA ESPIRITUALIDAD
Una vez que esta tentación de una perspectiva puramente sociológica es superada, es más evidente que la elección de los jóvenes pobres, abandonados y en situación de riesgo es teológica. Los jóvenes, especialmente nuestros destinatarios prioritarios, constituyen un lugar privilegiado para la experiencia de Dios, que nos lleva a hacer nuestra la misma predilección de Dios en Cristo y a hacer visible la presencia tierna, eficaz del amor de Dios a aquellos que más necesidad tienen de experimentar que Dios existe, que Dios es Amor, que Dios los ama y les toma de la mano para conducirlos a la plenitud de la vida, de la felicidad, del amor.
Viviendo en el compromiso con los pobres esta experiencia de Dios descubrimos sus riquezas, con las que nosotros mismos somos enriquecidos; aprendemos a mirarlos y acercarnos a ellos con gratitud y humildad, ofreciéndoles espacios para la participación; aprendemos a recuperar y profundizar el rasgo central de nuestra espiritualidad y de nuestra práctica pedagógica: la relación de amistad que crea la correspondencia y el deseo de crecer; aprendemos a centrar nuestra vida y nuestras acciones y obras en las personas, más que en las estructuras y organizaciones, lo que nos convierte en signos de libertad evangélica en una cultura caracterizada por la excesiva preocupación por la propia seguridad, especialmente material.
3. EL CRITERIO ORATORIANO
¿Cómo podemos vivir esta misma experiencia espiritual y educativa que Don Bosco maduró con los jóvenes de Valdocco? Viviendo en nuestro servicio diario entre los jóvenes las características que llamamos el “criterio oratoriano”.
- El papel central de los jóvenes, especialmente de los más pobres. Todo salesiano, religioso o laico, debería ser capaz de hacer propias las palabras de Don Bosco a la marquesa de Barolo, que le presentó esta alternativa: “O dejar el trabajo de los chicos o la Obra del Refugio”. Don Bosco respondió: “Mi respuesta está ya pensada. Usted tiene dinero y fácilmente podrá encontrar otros sacerdotes, pero para estos pobres chicos no es así. En este momento, si yo me retiro, todo se convierte en humo; así que… me entregaré con todas mis energías al cuidado de los niños abandonados” (Memorias del Oratorio).
- Una propuesta integral: educar evangelizando y evangelizar educando. Para Don Bosco lo más importante era cada joven, su crecimiento integral, su inclusión honesta en la sociedad y también la construcción de una sociedad más humana y justa (cf. Const 31). Por ello no sólo trata de ofrecerles una catequesis, sino también de darles educación, capacitación para el trabajo, un ambiente sano de amistad y diversión.
- Una experiencia de Comunidad. Cada obra salesiana debe ser una “casa”, esto es, una “familia” para los jóvenes que no tienen familia; un ambiente en el que se privilegian las relaciones personales, la presencia y el diálogo de educadores entre los jóvenes, la vida de grupo y el protagonismo de los jóvenes.
- Un estilo de vida que promueve la vida de grupo como lugar privilegiado de personalización. El grupo como el lugar donde los jóvenes experimentan la búsqueda de sentido y la construcción de su identidad; el espacio para la creatividad y el liderazgo; la escuela donde aprenden a adaptarse de manera responsable en el mundo social y en el territorio; la mediación privilegiada de la experiencia de Iglesia.
- Un espíritu “misionero” dinámico. Toda obra salesiana siempre debe ser considerada como un centro de acogida y con vocación del mayor número posible de personas para llegar a ser cada vez más un “núcleo animador” que pueda expandirse hacia el exterior, con la participación de diferentes formas y maneras de aquellos que quieran comprometerse en la promoción y la salvación de los jóvenes.
A MODO DE CONCLUSIÓN
Concluyo recordando la experiencia de Don Bosco. En el verano de 1846 Don Bosco se enfermó y se encontró en peligro de muerte. Después de unos meses superó el mal y convaleciente pudo regresar al Oratorio apoyándose en un bastón. Los chicos corrieron para obligarlo a sentarse en un sillón, lo levantaron y cargándolo sobre los hombros lo llevaron en triunfo al patio. En la capilla, después de las oraciones de acción de gracias, Don Bosco pronunció las palabras más solemnes y exigentes de su vida: “Queridos hijos, os debo mi vida a vosotros. Pero debéis estar seguros que a partir de ahora la gastaré toda por vosotros. Hasta el último respiro de mi vida será por vosotros”. Don Bosco, inspirado por el Espíritu Santo, en cierto sentido, emitió un voto sin precedentes: el voto de amor que observó cada momento de su vida.
Nada desearía tanto como ver que nosotros y todas las personas identificadas con los valores de la espiritualidad y del sistema educativo salesiano podamos amar a los jóvenes y comprometernos como Don Bosco en la realización de la misión salesiana. Espero que los jóvenes pueden encontrar en nosotros, como los chicos del Oratorio encontraron en Don Bosco en Valdocco, personas disponibles para caminar con ellos y construir con ellos y para ellos una presencia educativa atrayente y significativa, con una fuerte capacidad de propuesta y de compromiso, hasta lograr el cambio cultural que necesita nuestro mundo.